Nuestro compañero en el cineclub nos deja la crónica de su paso por Chile
Del 6 al 13 de agosto de 2023 tuvo lugar el “Laboratorio de Capacitación de Cineclubes chilenos y espacios de exhibición audiovisual, gestión, promoción y mediación”. La iniciativa fue impulsada por la Asociación de Cineclubes de Chile en colaboración con la Cineteca de la Universidad de Chile. Tuvo lugar en la ciudad costera de San Antonio a una hora de Santiago de Chile.
Más de 70 personas participaron tanto desde la organización cómo por parte de los asistentes cineclubistas que llegaron del norte, centro y sur del país. Hubo también la posibilidad de participar de forma virtual.
Tuve el honor de formar parte del equipo docente juntamente a un grupo de personas como Judith Silva, historiadora e investigadora del cine; Luis Horta, académico de la FCEI de la Universidad de Chile y coordinador de la Cineteca de la Universidad de Chile; Susana Díaz, documentalista y docente; Juan Carreño, escritor y cofundador de la Escuela Popular de Cine; Valentina Ávila, coordinadora de la Asociación de Cineclubes de Chile y encargada de mediación y públicos de la Cineteca de la U. de Chile; y Vladimir Garay, encargado de incidencia pública de la ONG Derechos Digitales. En la parte logística contamos con el apoyo de la Producción General de Tamara Vallejos y el apoyo técnico de Natalia Ibarra.
Panorama chileno
Desde el primer momento, a la llegada al Hotel Puerto Mayor en san Antonio sentí la buena vibra cineclubista, esa que hace que la atmósfera sea la ideal para un evento de esta magnitud. Ya desde la primera cena aparecen las primeras conversaciones, el interés mútuo por el otro, también las primeras risas, conocer los nombres del grupo… Cineclubismo es paradójicamente una actividad solitaria que comparten miles de personas en el mundo. Un grupo de dirigentes cineclubistas en una pequeña ciudad pueden sentirse solos y hasta poner en duda lo que estan haciendo con tanto esfuerzo. Pero al encontrarse con sus pares, se refuerza el sentimiento de pertenecer a algo más grande, a un movimiento que llamamos cineclubismo.
El laboratorio estaba diseñado para dar herramientas que puedan fortalecer a las personas que asistieron al encuentro. Desde conceptos generales sobre lo que significa un cineclub, pasando por un acercamiento a la historia del cineclubismo en Chile, Latinoamérica y el mundo hasta llegar a sesiones enfocadas en la curadoría de cine realizado por mujeres, cine chileno y cine latinoamericano. También a aspectos legales con los que hay que trabajar y al ejercicio cineclubista con poblaciones vulnerables. Herramientas importantes de contenido formal pero que quedan en segundo término desde el momento que el proceso se convierte en autoformación. Dónde los y las cineclubistas participantes al laboratorio mostraban su entusiasmo proponiendo ejercicios de presentación y debate con cortos que ellos seleccionaron o en el diseño de sus propios proyectos que fueron trabajando toda la semana y que compartieron con todas y todos el último día. Ese entusiamo (etimológicamente, “tener a Dios dentro”), es el que construye cineclubistas en todo el mundo. Por eso es que valoro mucho el esfuerzo del equipo organizador para que las cosas pasaran así. Sin jerarquías académicas, desde lo horizontal que propone un cineclubismo fraterno, en la base de nuestras relaciones con el público.
Un término rondó por las sesiones de trabajo que me llamó la atención: la Pornomiseria. Una denominación muy de los años 70 y que definía a películas documentales latinoamericanas que ganaban premios en Europa. Pero que ponían a la miseria como objeto espectacular que complacía la conciencia del púbico del otro lado del océano pero que eran simples y superficiales muestras de la miseria del continente. Me sorprendió la relectura que se hizo desde el punto de vista del cineclubismo en Chile que se preocupa por la ética en las actividades que organiza. El término estuvo presente al menos en tres de las sesiones y estoy seguro que fue fondo de conversación en los espacios de compartir en el hotel, en los almuerzos… Me hace pensar en cómo el cineclubismo latinoamericano, muy diferente al de otras partes del mundo, vive muy de cerca realidades duras a las que se debe enfrentar en su quehacer cineclubista. Preguntarse por ese rol ético también nos hace ser diferentes en un mundo en el que los escrúpulos brillan por su ausencia.
El cineclubismo es la apropiación del cine por parte de los públicos. Es la construcción de un sentimiento de pertenencia al publico organizado. Todo el tiempo sentí que estábamos muy enfocados todos y todas en la importancia del público como eje central de nuestra actividad. ¿Qué contenido les proponemos? ¿Cómo dialogar con los públicos? ¿Cómo hacer que el público participe en el debate? ¿Cuál es el rol del cineclubista ante el público? Muchas preguntas, pocas certezas. El cineclubismo es un ejercicio del “hacer”. No es facil proponer modelos. La heterogeneidad es una fortaleza que también muestra una debilidad y es que cada cual debe construir su cineclub entorno a su comunidad. Y cuanto más integrado estés en tu comunidad, mejor te irán las cosas. El público, que gran tema.
Antofagasta, Valparaíso, Santiago, San Antonio, Región de los Ríos (Araucanía), Parral, Arica, Atacama, Villarica, Temuco, Cineclub UCN, Cineclub UAH, Microcine Raíces, Subterfugio cineclub, Festival itinerante la Ventana, Cineclub la Ruca, Cineclub Sala Zazie, Verzul laboratorio, Colectivo de cine las encinas, Cine y necropolítica, Cineclub Alhambra, Cineclub del Centro Cultural Camilo Mori, Cineclub Alicia Vega, CCC Cineclub, Cineclub Postdata, El Delirio Cineclub, Cine para todes, Cineclub Meripeuco, Cineclub el Séptimo sello. Lugares y nombres que resuenan ya en el futuro del cineclubismo en Chile y que proyectan al futuro una red sólida de la mano de la Asociación de Cineclubs de Chile.
Panorama Latinoamericano
Pienso en el buen momento del cineclubismo en Latinoamérica. Al gran trabajo de la red de cineclubes del Ecuador que lleva años ya construyendo un diálogo con los públicos, especialmente los infantiles y adolescentes, al gran trabajo de PROCINE en la Ciudad de México con el gran apoyo allá del Cineclub Bravo y que ha visibilizado este trabajo a veces invisible a través, por ejemplo, de una cartografía de los cineclubs de la Ciudad de México. También cierto resurgir del gigante brasilero con el Conselho Nacional de Cineclubes que está organizando muy buenas acciones online para todo el continente o también el Seminario de Cineclubismos Latinoamericanos que lidera el Cineclube Ó Lhó Lhó con participación de varios países de la región con varias mesas online. En Colombia se consolida la Red de Cineclubes de Bogotá y Cundinamarca y su presencia se hace patente en instancias oficiales como encuentros sobre exhibición organizados por el Ministerio de Cultura. Cuba sigue firme con la Federación de Cineclubes de Cuba y su presencia en el Festival de La Habana dónde se otorga el Premio Quijote de la Federación Internacional de Cineclubs. En Colombia por primera vez también llega este premio Quijote del cineclubismo internacional con la alianza de la FICC con el Cineclub Imagen Viajera y la Muestra Internacional Documental de Bogotá MIDBO. No tengo un panorama completo de todo el continente pero siento como el cineclubismo en Latinoamérica sigue su propio camino. Quizá no tan concentrado en la apreciación cinematográfica como en otros continentes, sino muy enfocado en el trabajo con las comunidades y con un fuerte enfoque desde lo social. Chile marca un camino a seguir y es el de la organización de encuentros de formación, bien organizados, con un nivel de contenido muy alto y con un enfoque de futuro para la consolidación de una red de cineclubes fuerte en el pais. El cineclubismo latinoamericano se mueve!!
Julio Lamaña
juliolamana@federaciocatalanacineclubs.cat